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Apitoxina - Veneno de abejas

Julio César Díaz, médico y apiterapeuta argentino, es autor del libro "Apiterapia Hoy". Una versión en euskara de esta obra está disponible desde el 2005 con el título "Erlea gure sendagile". A continuación ofrecemos algunas páginas del capítulo referido a la apitoxina.

No hace falta explicar que el aguijón y el veneno de la abeja constituyen una defensa de esa unidad funcional que es la colmena; y que son altamente eficientes para esa función. El aguijón –por su especial estructura nerviosa- sigue en movimiento tras ser desprendido a posteriori de la picadura, y se puede ver a la bolsa de veneno latiendo y bombeando el mismo hacia la víctima. A su vez, la punta de este aguijón cuenta con dos estructuras independientes que se deslizan paralelas. Estas estructuras tienen una punta semejante a los anzuelos para pesca. Por ello, un aguijón clavado, deslizará una estructura hasta el tope, luego la otra y así sucesivamente, con lo que en cada paso penetra más, y la bolsa de veneno continúa bombeando el mismo. Lo más práctico en este caso –para la víctima- es retirar el aguijón con el borde de la uña, cuidando de no exprimir la bolsa de veneno.

Para muchos pequeños animales este veneno es mortal, incluso para las mismas abejas, ya que para ellas “intruso” es todo aquel que no pertenece a su colmena. Para otros animales mayores, caso ser humano, a nivel tóxico, una picadura es intrascendente (sólo molesta), pero el aumento de dosis (muchas picaduras) puede ser mortal. Se escucha mucho sobre la cantidad de picaduras que una persona puede recibir o cuantas abejas son comparables a una víbora. Esto es para charla de café, ya que con las víboras tienen poco que ver; y en cuanto a la dosis capaz de matar a un ser humano, es variable de acuerdo a la sensibilidad de quien recibe las picaduras, al tamaño de la persona, al tipo de abeja, etc. Es sabido que hay diferencias en la cantidad de veneno de acuerdo a la raza de abejas.

El efecto tóxico inmediato que puede sobrevenir –de acuerdo a la cantidad de picaduras- es baja de la presión arterial, entrar en shock y posterior muerte; siempre hablando de ausencia de tratamiento. Si la sensibilidad de la persona supera esta etapa, la mellitina presente en el veneno de abejas destruye los glóbulos rojos y el efecto anticoagulante puede causar una hemorragia vascular diseminada, a más de que se “tapan” los riñones por la destrucción de glóbulos rojos.-
En casos de ataques de abejas africanas, a las víctimas nunca se les han retirado menos de 300 aguijones, con un promedio de 500; y mientras algunos no lo soportaron, otros no tuvieron grandes inconvenientes. De cualquier manera, la moraleja es que hay que tratar de no ser picado; y si esto ocurre al por mayor, es imprescindible el tratamiento médico inmediato.

El caso al alérgico al veneno de abejas es totalmente distinto, ya que la reacción es desproporcionada al impulso (cantidad de picaduras), y aquí se impone el tratamiento médico urgente, pudiendo salvar la vida una inyección de algún corticoide, como el decadrón. Por lógica, el alérgico debería abstenerse de trabajar con abejas, y de consumir productos de la colmena, los que vimos que en mayor o menor medida están contaminados con veneno.

La compleja constitución química del veneno produce en el organismo varias reacciones por las substancias que penetran, y a la vez por las que son liberadas en forma normal y por cuestión de funcionamiento. Por ejemplo, la histamina, responsable de los procesos de inflamación y alergia. Ella produce la clásica tetrada de dolor, calor, rubor y tumefacción. También se libera la bradiquinina, responsable del dolor, y el ácido araquidónico, que colabora en los procesos anteriores. Resumiendo, la picadura de abejas produce inflamación, dolor, estimulación del sistema inmunitario y puede producir reacciones de hipersensibilidad (alergia).

La estimulación del sistema inmunitario, se creía que era mediante el cortisol plasmático (corticoide natural producido por las glándulas suprarrenales) que aumentaba su nivel circulante ante las picaduras. Hoy se sabe que el proceso es bastante más amplio; aunque sin descartar este mecanismo lógico. El ciclo del cortisol en sangre es complejo, pero ha sido sumamente estudiado. Al mismo se lo denomina ciclo circadiano del cortisol y tiene mucho que ver con nuestro funcionamiento. Se sabe que los niveles de cortisol son mayores a las 8 de la mañana (preparados para enfrentar el día), luego va disminuyendo para llegar al mínimo a las dos de la madrugada (hora en que se dan la mayor cantidad de nacimientos y de infartos).

Se mencionó que el veneno de abejas tienen una composición química compleja y a la vez, no del todo conocida. En ella intervienen carbohidratos (azúcares), lípidos (grasas), aminoácidos, péptidos, proteínas y enzimas, a más de minerales. Se han identificado diversos componentes tales como, enzimas: Fosfolipasa A2 y B, Hialuronidasa, Fosfomonoesterasa ácida, a-D-glucosidasa, lisofosfolipasa, etc. Siendo –por ejemplo- la hialuronidasa la enzima que “abre” los tejidos, permitiendo al veneno penetrar más.

Las Fosfolipasa (A2 y B) por su acción tienen un interesante futuro en la participación de la lucha contra el cancer. Cosa que se encuentra en investigación en algunos países en la actualidad. Ambas enzimas tienen por función destruir los fosfolípidos de la membrana celular. Cuando la membrana de la célula es destruida, ésta muere. Ahora bien, las células normales del organismo tienen una contraenzima que las defiende de esta acción. La célula cancerosa (o anormal) no tiene estas defensas, por lo cual el veneno de abejas podría destruir selectivamente las células cancerosas sin afectar para nada a las normales. Esto es lo que se espera del medicamento ideal, hasta ahora no conseguido. Falta hacer viable la llegada de estas enzimas a la zona afectada, ya que la sangre las destruye rápidamente.

Polipéptidos del veneno: Mellitina, Mellitina F, Apamina, Péptido 401, Secapina, Tertiapina, Inhibidor de la proteasa, Procamina A y B, etc. La mellitina –según la dosis- es la causante de la acción destructora de los glóbulos rojos de la sangre. Normalmente estimula la circulación y es ligeramente antibacteriana y antifúngica. La apamina puede intoxicar el sistema nervioso. Normalmente es un estimulante de la circulación, e incrementa algo la permeabilidad de los vasos sanguíneos, colaborando en la inflamación (edemas) y permitiendo la llegada de los glóbulos blancos a la zona afectada, efecto éste similar al del Péptido 401.

Componentes orgánicos de bajo peso molecular: Histamina, Dopamina, Noradrenalina, etc.-
Esta compleja composición pudiera hacer pensar en base a las aminas vasoactivas (Dopamina y Noradrenalina) que debería aumentar la presión arterial del individuo picado. Esto en teoría es cierto, pero en la práctica se imponen las sustancias que aumentan la permeabilidad de los vasos, permitiendo que salga el líquido de la sangre; o substancias como la Histamina que son dilatadoras de los vasos sanguíneos y el efecto real es que la presión arterial baja; y si las picaduras son muchas (de acuerdo a la sensibilidad del individuo), baja demasiado.

¿Qué utilidad tiene en apiterapia el veneno de abejas?. Sus usos son varios y su eficacia impresionante. Empíricamente se usó desde hace muchos (miles) de años para tratar dolores e inflamaciones de cualquier origen, pero sobre todo de huesos. Se optaba por hacer picar a las abejas en la zona afectada.

Hoy, la investigación científica ratifica aquellos hechos del saber popular y se verán a continuación.

Antes de ello hay algo de suma importancia, que el lector observador lo habrá notado en párrafos anteriores. La complejidad del veneno de abejas, y la cantidad de elementos activos que contiene lo pueden hacer volver peligroso en manos no idóneas. Por ello, tanto la indicación como la dosificación del veneno de abejas, quedará exclusivamente en manos del médico tratante. Es el único producto de la colmena al cual no podemos considerarlo un complemento de la dieta; y si esto no bastara, remitámonos a su nombre: Veneno.

La apitoxina es: Antiinflamatoria, analgésica, vasomotora e inmunoactivante, principalmente. Ya hemos visto que también tiene efecto hipotensor y antineoplásica. También incrementa la acción fibrinolítica de la sangre; esto es disolver los pequeños obstáculos (trombos) que pueden formarse dentro de los vasos sanguíneos, taponándolos y produciendo infartos, por ejemplo.

En base a ello, tenemos que sus indicaciones más conocidas (Siempre de acuerdo al criterio del médico tratante) serán: Depresión del sistema inmunológico, que puede presentarse como anginas o pequeñas infecciones y/o resfríos o gripes a repetición. Trombosis arterial y/o venosa, ya sea esta coronaria, cerebral y/o varicosa. Hipertensión, asma bronquial, displasias, neoplasias. Neuralgias del ciático, facial, trigémino y/o cualquier otro nervio. Dolores e inflamaciones de todo tipo, ya sea de tejidos blandos o duros. Artritis, artrosis y reumas (quizás la aplicación más conocida). Síndromes alérgicos varios.

Siempre la elección de la dosis y lugar de aplicación correrán por cuenta del médico tratante. Asimismo, la duración del tratamiento estará condicionada al tipo de patología, constitución física y estado del paciente.

Un párrafo aparte merecen los síndromes alérgicos (de cualquier tipo) y las enfermedades por autoinmunidad, como por ejemplo artrosis y reumas. En el primer caso –alergias- el organismo hace una respuesta de defensa equivocada y desencadena el proceso. El origen es un error en las defensas del individuo, con un desencadenante (que es el agente que “causa” la alergia). En los procesos por autoinmunidad, las defensas reaccionan contra el propio organismo, dañándolo, reuma por ejemplo. La apitoxina actúa en estos casos –principalmente- como inmunomodulador, corrigiendo el error en las defensas y llevándolas a su verdadero cauce. Es obvio que cuando hablamos de reumas o artrosis, también facilita la posterior cicatrización al ser estimulante de la macro y microcirculación (recordemos que los huesos tienen una circulación sanguínea pobre), y por si esto fuera poco, su acción analgésica y antiinflamatotia llevará alivio al paciente, mejorando su calidad de vida.

Como en los otros productos de la colmena, el efecto benéfico de la aplicación de apitoxina será muy rápido en cuanto a medirlo por los síntomas más molestos, como el dolor o la inflamación. Pero es necesario recordar que esto corresponde al efecto inmediato (de alivio) de la apitoxina, y que lo correcto es el tratamiento integral a largo plazo, que en muchos casos tendrá efecto curativo o de detención de la enfermedad al menos. Corresponde aclarar que el tratamiento a largo plazo con apitoxina no tiene ninguna contraindicación, pudiendo usarse la misma todo el tiempo que sea necesario, ya que tampoco hay acostumbramiento o resistencia.

El efecto antiinflamatorio de la apitoxina estaría mayormente dado por el aumento de cortisol plasmático: corticoide natural que no tiene las contraindicaciones y desventajas de los de síntesis. Aparte de las glándulas suprarrenales, también estimula la hipófisis.

La acción analgésica podría deberse a la inhibición de la síntesis de prostaglandinas (mediadores químicos del organismo con gran participación en el proceso del dolor). También se explica por la normalización del sistema hormonal que comprende Hipófisis-Hipotálamo y suprarrenales (ya mencionado antes). También estaría bloqueado el impulso nervioso que lleva la información del dolor a nivel de las sinapsis ganglionares (acción gangliolítica).

La acción vasomotora, de mejorar la circulación (local y general) estaría mayormente influenciada por la apamina, histamina e hialuronidasa, como ya se vio previamente.

B. N. Orlov resume la intensa acción biológica del veneno de abejas como sigue: 1- El veneno de abejas, en dosis terapéuticas, aumenta la actividad funcional del sistema hipófiso-suprarrenal y moviliza las fuerzas protectrices del organismo. 2- La mellitina y demás péptidos ejercen una fuerte acción antiarrítmica y presentan cualidades cardioestimulantes. 3- El veneno de abejas ocasiona hipotensión y dilata los vasos cerebrales. 4- El veneno de abejas entraña el desarrollo de los varios reflejos protectores. 5- El veneno de abejas inhibe la formación de edemas y alivia el dolor. 6- En dosis terapéuticas, el veneno de abejas mejora el proceso de microcirculación. 7- El veneno de abejas incrementa la actividad fibrinolítica de la sangre. 8- El veneno de abejas se muestra un activo agente inmunológico. (Tomado de: "Apitoxina – Su uso en medicina". Prof. Nestor Urtubey)

Este resumen de investigaciones científicas, agrega algo más a lo comentado: La acción antiarrítmica y cardioestimulante del veneno de abejas.

El uso del veneno de abejas, tiene una contraindicación absoluta, que es la persona alérgica al mismo. Fuera de ello, como contraindicaciones relativas, en las que habrá que evaluar el riesgo/beneficio, se encuentran los cardiópatas descompensados, diabéticos crónicos, hemofílicos, pacientes con insuficiencia renal y embarazadas.

La discusión en cuanto a que si es mejor el ser picado con abejas o ser tratado con apitoxina procesada, será eterna. Respecto a las ventajas de la apitoxina procesada; son varias, entre ella el haber purificado el producto, habiendo sacado parte de las fracciones más peligrosas o urticantes. Evitar las molestias de las picaduras y las poco probables malas consecuencias como infecciones o tétanos. Los defensores de la abeja, sostienen que no hay mejor depósito para el veneno que la abeja misma, que el mismo no ha perdido las fracciones volátiles que desaparecen en el secado; y por sobre todo, que es mucho más barato.

Personalmente coincido con ambas posturas. Trato a pacientes con apitoxina purificada con excelentes resultados; y me trato involuntariamente con las abejas en mi trabajo en el apiario. Quizás sea conveniente agregar que a los fines de la comodidad, sobre todo para el paciente y médico de las ciudades, es más conveniente un pequeño frasco con una jeringa para su aplicación intradérmica o subcutánea en el momento y lugar que quede cómodo, que no un enjambre zumbando sobre sus cabezas.

La apitoxina purificada, puede ser usada, como ya vimos en forma subcutánea o intradérmica, y en algunos casos que así lo requieran puede ser intraarticular o por goteo endovenoso.

Otra alternativa de aplicación de la apitoxina son las cremas o pomadas con la misma. Estas están más indicadas en problemas puntuales como picaduras, traumatismos o dolores de cualquier tipo. Debiendo ser aplicadas en la zona afectada con un suave masaje para facilitar la penetración de los componentes activos. Recordando siempre, que por más que su uso sea más “casero” que la inyección o picadura, los componentes activos atraviesan la piel y pueden ocasionar problemas por extensión de sus efectos; o desencadenar un ataque de alergia en la persona sensible.

Reagrupando lo anterior: El veneno de abejas puede usarse o es de indicación concreta en:
- Estados de bajas defensasy/o defensas alteradas.
- Enfermedades por autoinmunidad (Reumas, Lupus, etc.).
- Alergias, incluso asma bronquial.
- Hipertensión arterial, en los estados I y II como complemento del tratamiento base.
- Afecciones reumáticas (miopatías, poliartritis, cardiopatías reumáticas).
- Espondiloartritis deformante.
- Poliartritis infecciosas no específicas.
- Traumatismos, inflamaciones y dolores de todo tipo.
- Ulceras tróficas.
- Afecciones del sistema nerviosos periférico (radiculitis, inflamaciones, neuralgias, polineuritis, etc).
- Iritis e iridociclitis.
- Vasculopatías quirúrgicas (tromboflebitis, endarteritis, enfermedad aterosclerótica de los vasos periféricos, etc.).
- Tireotoxicosis en grado I y II.
- Síndrome de Meniere.
- Psoriasis.
- Infiltrados inflamatorios.
- Síndrome migrañoso.,
- Eczemas.
- En terapias de desensibilización.
- En displasias y neoplasias.
- Enfermedades virosicas.

GORA ITZULI