Volver a portada
Euskarazko bertsiora jo

Mi experiencia con la dieta

Me llamo Pello Zubiria Kamino y tengo Espondilitis Anquilosante, eso es lo que me diagnosticaron en 1987. "Es una enfermedad que no te matará, pero prepárate a que no te deje vivir" o algo por el estilo es lo que me afirmó el joven traumatólogo que me diagnosticó tan tempranamente. Me recetó la Indometacina -que tanto he consumido desde entonces- y fué el primero que me proporcionó un folleto sobre la enfermedad, ejercicios físicos incluídos, además de enviarme a rehabilitación. Aquel joven médico apellidado Iza hizo muy bien su trabajo, y le estoy agradecido.

En los años posteriores, hice frente con bastante éxito a la enfermedad -con mis altibajos, eso sí- a base de medicarme de forma controlada y a poder ser lo mínimo, ejercicios diarios en casa y practicando con gran asiduidad la natación. Pero la Espondilitis continuó su avance, como siempre, y para 1995 me afectaba el cuello. Después me afectó la rodilla derecha, aunque nadie me explicara que también esto se relacionaba con la E.A.

Como todos los de nuestra "tribu", realicé infinidad de intentos paralelos a la medicina halopática: cursos de gimnasia y antigimnasia, magnetoterapia, osteopatía, quiropraxia, acupuntura... No me extenderé en contar mi experiencia personal con cada una de estas actividades.

Desde 1997 trabajaba diariamente con Internet y a partir del 2000 iba recopilando información muy diversa sobre la E.A. Me movía fundamentalmente en los sitios de lengua española, y con la información y referencias recogidas estaba organizando un sitio personal sobre el tema. Pero sentía que me seguía faltando algo...

En toda la documentación sobre nuestra enfermedad, se citan dos factores como causantes de la E.A. Por una lado está la predisposición genética que tiene una parte de la población, la marca HLA-B27 que portamos muchos de nosotros. Y por otro lado, está el desencadenante de la E.A. Para entonces, había confirmado que en muchos de los documentos especializados se habla de algunas bacterias como las culpables del "arranque", en ciertos papeles se citaban intentos de terapia a base de antibióticos en Estados Unidos, etc. Y una inquietud me rondaba de continuo: ¿qué ocurre si algún día resulta que el desencadenante de nuestra dolencia es una bacteria (como hace no muchos años se demostró con el Helicobacter Pilori respecto a la úlcera gastrica) y me encuentro con que he perdido años de mi vida en un combate mal enfocado a base de los medicamentos estándar de hoy?

Para la primavera del 2001 mi estado físico se había deteriorado de forma notoria, y continuaba empeorando. La pequeña cantidad de cortisona diaria que me habían recetado cinco años antes ya no me era suficiente para sostener una actividad normal. Por esas fechas se me hizo saber además que ya no volverían a inyectarme más cortisona en la rodilla (visiblemente deformada para entonces) ya que me habían diagnosticado una complicación más: osteoporosis. Por los análisis de sangre supe que en toda esa época mi nivel de VSG o ESR superaba la barrera de 80 y la Proteína C Reactiva la tenía en 70. Pero continuaba buscando en Internet... y un feliz día encontré un documento que hablaba de la relación entre la E.A. y la bacteria Klebsiella Pneumoniae, y que cierto médico de Londres hablaba entre otras cosas de limitar el consumo de almidón para luchar contra el bicho. El ansiado punto de luz lo encontré pasando a buscar en Internet en francés e inglés: un grupo de enfermos como yo agrupados en el sitio Kickas.org que afirmaba conseguir muy buenos resultados en el control de nuestra dolencia a partir de la senda abierta por este médico de Londres que les había propuesto una dieta sin o baja en almidón.

Y llegué a la Dieta de Londres. En el hospital de Middlesex de Londres, un equipo médico formado en torno al doctor Ebringer hace años que ligó la Espondilitis a la acción de una bacteria llamada Klebsiella Pneumoniae. Y aconseja a quienes la padecemos una Dieta Baja en Almidón (además de la medicación clásica y en particular la Sulfasalacina o Salazopirina) para mantener bajo control a la Klebsiella, ya que al parecer es imposible eliminarla del todo. La Klebsiella reside principalmente en el Colon y actúa y se multiplica en presencia del almidón; y parece que esta Klebsiella tiene un gran parecido en alguna de sus partes con el anticuerpo HLA-B27 que portamos. Por ello, y siguiendo con la tesis de Ebringer y su equipo, la colonización de nuestro intestino por la Klebsiella nos provoca un brote de Espondilitis, para aguantar este brote tomamos antiinflamatorios, estos a su vez irritan el colon aumentando su permeabilidad, con lo que aumenta el efecto de la Klebsiella... y se desencadena un proceso que parece no tener fin. Muchos médicos creen que la Klebsiella (y alguna otra bacteria más) interviene en el inicio de la Espondilitisaren pero que su intervención en el desarrollo de la enfermedad no está probada. Algunos médicos (entre ellos el equipo de Ebringer) consideran esta relación como ya probada, y ofrecen bibliografía al respecto.

Leyendo la documentación de la Dieta de Londres y buscando en más sitios de Internet, siguiendo esa línea llegué a las referencias de Carol Sinclair y su libro (1). Parece evidente que entre reuma y enfermedades intestinales existe una relación muy estrecha. Muchos de quienes padecemos Espondilitis tenemos algún problema intestinal, algunos sangran al evacuar, otros tienen enfermedad de Crohn, existen estudios que demuestran la existencia de microlesiones intestinales en la mayoría de los pacientes de E.A... Si a ello añadimos problemas de soriasis, iritis ... El panorama resulta ser más complejo de lo que en un principio parece.

A modo de observación, diré que Carol Sinclair ha reflejado en su libro sus experiencias (la primera edición del libro es de 1995) como enferma de Sindrome de Colon Irritable. Pero según confiesa un amigo de Carol en el foro de Kickas.org, después de escribir el el libro le fue diagnosticada... una Espondilitis Anquilosante (2).

La vida de Carol Sinclair ha sido bien triste, según ella misma confiesa. Cuenta cómo desde niña siempre anduvo "mal de las tripas". Hace mucho que le diagnosticaron el Sindrome de Colon Irritable, y para sobrellevarlo ha probado de todo. Nacida en Nueva Zelanda, es una mujer culta, trabaja en el mundo de la publicidad (debe estar para jubilarse). Vive hoy en Londres. Según ella cuenta, las explicaciones que le daban los médicos (estrés, problemas psicosomáticos, etc.) nunca "le cuadraron". Buscando sin cesar, y tras probar más de una dieta, llegó a la teoría del almidón. Y sobre la dieta sin almidón, ha tenido que trabajar duro: y es que muchas más cosas de las que a primera vista pueda parecer contienen almidón. Al final y con ayuda de algún médico (en el libro un doctor explica la explicación ciéntífica de esta dieta, el modo de actuar del alimdón, etc) Sinclair ha organizado una dieta sin almidón, que (dice ella) le ha cambiado la vida.

Yo comencé mi dieta sin haber leído el libro de Sinclair, a fines de mayo del 2001, apoyándome sólo en unos extractos que encontré del libro en Internet. A decir verdad, al poco de dejar de comer pan sentí mejorar algunas de mis articulaciones (la del cuello en particular). Pero al poco tiempo comencé otra vez con problemas. En el foro de Kickas.org hay bastante gente que practica la Dieta sin Almidón, y ahí buscaba las explicaciones de lo que no entendía. No tuve más remedio que esforzarme con mi rudimentario inglés, porque sentía que algo estaba haciendo mal, pero es que además no tenía a mano libro o documento completo sobre el tema.

Una vez conseguido el libro de Sinclair (está editado en inglés) comencé a utilizar sus sistema de detección del almidón, que es el que todos los alumnos de Químicas conocen: se echa una gota de yodina (lo venden en la farmacia) a un trozo de alimento y si contiene algo de almidón pasa del naranja al gris, y si tiene mucho almidón se pone de color negro-azulado. Así me dí cuenta de que las alubias que me comía se ponían negras, así como los guisantes, el maíz, el plátano... Por no hablar del pan y la patata, claro.

Resumo a continuacón el octavo capítulo del libro. Para comenzar, debes convencerte de la importancia del almidón en tu vida: dos semanas sin pan. Es fácil. Y si durante dos semanas sin consumir pan no has notado ninguna mejoría en tu estado, deja a un lado esta propuesta de dieta, deberás buscar en otra parte. Pero si tu estado ha mejorado algo en este plazo, comienza a practicar poco a poco esta dieta.

Comienza dejando de comer lo más perjudicial: los cereales y las legumbres. Por un lado, todo lo elaborado con maiz, trigo, cebada, etc: harina, pan, pastas, pasteles, salsas... Y por otro, lentejas, alubias, garbanzos, habas, maiz dulce... Arroz y patatas. Si todavía sufres algunos síntomas, elimina este segundo grupo de alimentos: los elaborados con arroz y patatas. Y en tercer lugar, los vegetales cocidos, si es que todavía subsisten algunos síntomas: deja de lado puerros, guisantes, vainas, zanahorias, berzas, coliflores y calabacines.

Y al revés, si mejora tu estado de salud, comienza a consumir poco a poco estos alimentos en el orden inverso. Es evidente que las verduras que contienen algo de almidón no son tan dañinos si se consumen crudas, porque al cocerlas se producen algunos cambios en el almidón que contienen y crean más problemas.

"Vaya dieta más rara!" Yo había casi abandonado la carne, y mira por dónde esta dieta me permite comer carne, pescado, huevos... y ensaladas, montones de ensaladas. Alcohol, café, bebidas... todo cuanto no contenga almidón es libre. Carol Sinclair comenta que esta dieta se parece a la que consumían nuestros antepasados que vivían en las cuevas: dieta de "Cazadores-recolectores". Después de leer este comentario, bromeábamos en casa a cuenta de que parece una "Dieta Paleolítica"... ¡Y mira por dónde, también este concepto estaba ya inventado!

La dieta paleolítica. Este punto parece anecdótico, pero lo explica así un doctor cuyo sitio web encontré en Internet: hombres y mujeres llevamos miles de años sobre la Tierra, pero sólo desde hace pocos miles de años conocemos la agricultura, únicamente dos siglos llevamos de industrialización y las "comidas rápidas" son cosa de dos generaciones. Y sin embargo, nuestros genes son los mismos de hace 40.000 años. Si ello es así, parece que también los alimentos que deberíamos consumir deberían ser más parecedos a los de aquellos tiempos.

Almidón e hidratos de carbono, he aquí la clave. La dieta sin almidón elimina: los cereales que nos ha aportado la agricultura y los hidratos de carbono demasiado elaborados. Los hidratos de carbono se clasifican en tres grupos. Los monosacáridos no nos producen ningún mal: la glucosa de la uva, la fructosa y la galactosa de la leche. Con los disacáridos debemos actuar con más cuidado: la sucrosa (azúcar, tanto blanco como moreno), la lactosa de la leche y la maltosa (la que contienen las semillas germinadas). Y por fin los polisacáridos: el almidón. Este es el que debemos eliminar, porque nos crea problemas.

Carol Sinclair nos proporciona algunos consejos más. Colesterol e hipoglucemia. El seguir esta dieta lleva consigo la necesidad de controlar bien el nivel de colesterol. Es bien conocido que el consumo de algunos tipos de carne (pollo, conejo...) es más aconsejable que el de otros, del mismo modo que se aconseja la ingesta de pescado azul. Se recomienda también la realización de ejercicio físico. La hipoglucemia está relacionada a la eliminación del consumo de hidratos de carbono. Para compensarla, lo más aconsejado es el consumir mucha fruta. Ojo con el mal genio. Nuestro cuerpo tomará nota , sobre todo por la ausencia de pan, de que está hambriento, y en consecuencia, puede sufrir de grandes cambios de humor. Se aconseja ingerir alimentos con gran frecuencia, seis veces al día en vez de tres, o cuando el cuerpo lo requiera.

Y más pautas. La saliva se encarga de descomponer la mitad del almidón: hay que comer lentamente, masticar muy bien lo que se come. Ingerir los alimentos poco cocinados y antes de que se enfríen: si el almidón existente sufre una transformación al cocerlo, vuelve a transformarse al enfriarse. No fumar: el pancreas descompone la mitad restante del almidón, y parece que el tabaco inhibe su funcionamiento. Eliminar las bebidas que aceleren la digestión, el café por ejemplo. Tras las comidas, descansar. Incluir grasas en la dieta: leche, mantequilla, pescado o carne, aceite. Tal vez (Sinclair lo dice así, "tal vez) no convenga beber mucha agua con las comidas, para que las enzimas que deben descomponer el almidón no se diluyan.

Metidos a practicar la Dieta Sin Almidón, se nos presenta una casuística muy diversa. Cada cual debe adaptar estas pautas generales a su caso particular. También yo he tenido ocasión de leer, probar y aceptar (o descartar) muchos detalles, trucos, etc. Entre todos ellos, cito unos cuantos:
- conviene beber 1,5-2 litros de agua al día, fuera de las comidas. Agua natural mejor que la del grifo.
- cenar bastantes horas antes de acostarse, para que la Klebsiella tenga menos oportunidad de "trabajar" por la noche.
- tratar de acelerar el paso del alimento por el tubo. Con frutas, zumos, café (cuando no esté contraindicado o se esté en fase aguda), sales de Epsom...
- suplementarse fuertemente con vitaminas, minerales (calcio, magnesio, zinc...) y otros suplementos (sulfato de glucosamina, sulfato de condroitina, lisina...): una de las características principales de la EA debe ser que nuestro cuerpo no puede asimilar bien el calcio y por ello se lo "roba" a los huesos. Las vitaminas participan en en metabolismo de los minerales y los suplementos intentan reparar los desperfectos (del intestino, de las articulaciones, etc.).

En la lucha contra la E.A. por medio de la dieta, un hombre ha resultado clave: John Merchant. Este californiano, uno de los principales animadores de los foros de Kickas, ha compilado infinidad de aportes teóricos sobre el tema y hablado con los médicos implicados, ha analizado las diversas teorías y terapias construídas en torno a la artritis... El es a mi entender uno de los principales conocedores de la enfermedad, no siendo él mismo médico sino ingeniero en semiconductores. En el foro nuevo de Kickas utiliza el pseudónimo de DragonSlayer. Quien vea que esta terapia le da frutos y desee conocer mil detalles más, hará bien en analizar con calma los cientos de notas y respuestas que se pueden consultar cómodamente. En la sección La Dieta Sin Almidón se ofrece más información sobre todo esto, y la forma de acceder al libro recientemente publicado por Merchant "Surviving the Autoimmunity Challenge".

Yo por mi parte, tuve ocasión de conocer en el verano del 2002 otra experiencia de dieta parecida pero matizadamente distinta, gracias a las pistas ofrecidas por una amiga kinesiterapeuta de Baigorri, en la Baja Navarra. Se trata del régimen que propone el doctor Jean Seignalet -un importante inmunólogo de Montpellier- en su libro "L'Alimentation ou la troisieme medecine". La versión en castellano se titula "La Alimentación, la Tercera Medicina". Seignalet usa para denominar a su dieta conceptos como los de Dieta Antigua, Dieta de Desintoxicación, Dieta Hipotóxica... pero también la podríamos definir como Dieta Paleolítica.

La dieta de Seignalet comienza por retirar de la dieta los cereales y deja a un lado también la leche y los productos lácteos. Propone consumir los alimentos -carne, pescado y huevos incluídos- lo más crudos posible o cocinados por debajo de los 110º C, el uso del aceite virgen de olivas prensadas en frío, y toda la fruta y verdura que se desee. Los alimentos deben ser de producción biológica. En otro capítulo de Izorrategi.org se expone una síntesis de las tesis de Seignalet. Pero para mi propia experiencia, fue clave en dos aspectos. En el caso de los lácteos, la mitad de los espondilíticos de Kickas hablan de que consumen gustosos la leche y sus derivados, mientras que la otra mitad afirman que sienten que les perjudican, inclusive los yogures. En verano del 2002 hice la prueba de dejar los lácteos, y pronto sentí que mi estado daba otro paso en su mejoría. La otra clave reside en los criterios de cocción. Ya Merchant y otros autores hablaban de lo nocivos que resultan para nosotros los alimentos fritos -en aceite sobre todo, y por extensión, los alimentos que absorben mucho aceite frito. Es un criterio que nos obliga a cambiar de hábitos, renunciar a algunos sabores entrañables y aprender a apreciar otros... pero está claro que consigue mimar de modo muy notable nuestro aparato digestivo.

Y queda luego toda la casuística referida a cada persona. Es necesario experimentar mil detalles. Yo personalmente considero que trabajo sobre una combinación de Dieta Sin Almidón y dieta de Seignalet. Pero hay que estar atentos a posibles alergias a alimentos concretos, que producen reacciones no previstas en ninguna de las dietas. Algunas personas perciben por ejemplo que el pescado azul -siendo tan saludable y recomendable como es- les activa la psoriasis. Otros han notado que reaccionan a vegetales como cebollas, puerros o espárragos, por el hecho de que contienen Fructooligosacáridos.

En fin, que si la dieta nos proporciona resultados, nos obliga a vivir como ermitaños o anacoretas, al menos hasta que esos resultados nos lleven hasta un nivel que podamos definir como de estabilidad. Y después, deberemos comenzar a reintroducir los alimentos eliminados poco a poco, comenzando por los que presumimos que nos suponen menos riesgo.

Un proceso de este tipo evoluciona lentamente. Pero nos queda un consuelo: si hemos dejado que nuestra situación se deteriore durante largos años, ahora deberemos invertir al menos parte de esos años en dar la vuelta a las cosas. Como resultado de la dieta, hay quien en pocas semanas o meses ha logrado grandes avances. Otros necesitarán más de un año. Y seguro que hay más de uno que concluya que la dieta no le sirve para nada. En mi caso personal, el ritmo de mi evolución lo puedo resumir con estos datos: en agosto del 2001 mi VSG o ESR en sangre era de 83 y la Proteina C Reactiva estaba en 70; en octubre del 2002 dichos niveles eran de 42 y 19 respectivamente. Si las cosas continúan en este ritmo, podré afirmar en el verano del 2003 que mediante la dieta y las tácticas complementarias (suplementos, etc.) necesité dos años en llevar a la normalidad mi nivel de inflamación.

(Diciembre del 2002).
(1) Carol Sinclair ha hecho una nueva edición de su libro The New IBS-Low Starch Diet en 2005. En esta ocasión el prólogo es del doctor Alan Ebringer.
(2) De hecho la nueva versión del libro de Sinclair viene prologada por el doctor Alan Ebringer.

Update de septiembre del 2005

Muchas cosas han ocurrido en mi vida desde los días en que redacté este capítulo. En esta actualización me referiré a lo que he aprendido desde entonces en el tema de la dieta y sus complementos (y haré caso omiso de la tentación de introducir cambios a lo entonces publicado).

Debido a que mi estado no mejoraba del todo exclusivamente con la dieta, ya para entonces había comenzado a realizar algún otro experimento, aunque no lo contara en mi escrito. De aquellas fechas datan mis primeras pruebas realizadas con antibióticos, sobre todo con Ciprofloxacino (Cipro) y Metronidazol (Flagyl). Fueron pruebas muy limitadas en el tiempo, debido a que por entonces mi conocimiento del uso de los antibióticos en las artritis era muy limitados, y no llegué a unos resultados claros.

También comencé a probar la apiterapia, con la ayuda de un apicultor amigo. Sí noté una mejoría con el uso del própolis. Luego quise experimentar con venejo de abejas, pero esta experiencia me dejó cierto mal sabor de boca, porque me produjo un empeoramiento que tal vez fuera debido a la reacción inicial que provocan algunas de estas terapias.

Estos intentos los fundamentaba yo en dos argumentaciones lógicas. Por un lado, quería combatir las bacterias nocivas de mi intestino usando antibióticos y própolis. Lo que desde entonces aprendí sobre este aspecto se recoge en el apartado Antibióticos contra la Artritis. Por otro lado, la apiterapia reivindica que es capaz de ayudar al sistema inmunitario a volver a regularse, fundamentalmente con la apitoxina o veneno de abeja.

En febrero del 2003, un tsunami me alcanzó de lleno y aplastó: el cierre del diario Euskaldunon Egunkaria. Ni es este el lugar adecuado, ni ha llegado aún la hora de que hable de aquellos días. Para lo que interesa en este capítulo de mi experiencia con la dieta, digamos que volví a casa oficialmente convaleciendo de una neumonía muy grave y pesando 45 kilos.

Volví raquítico y sin fuerzas. Sin embargo, curiosamente mis articulaciones tenían mayor flexibilidad de la que se podía esperar en ese estado. Durante unos tres meses me bastó con una pequeña cantidad de antiinflamatorio, y este hecho tenía para mí una posible explicación en los antibióticos que me debieron dar en el hospital para salir de la neumonía. Conocía a espondilíticos a quienes les había pasado otro tanto. ¿Era ese antibiótico el secreto? ¿O tal vez alguna otra cosa que me hubieran dado en el hospital (cortisona en grandes cantidades, por ejemplo)? Imposible de saberlo, porque no tenía noticias de lo acaecido en el hospital. De paso, aclaro que nunca me salí de mi dieta, ni allí -con las salvedades que uno puede imaginar- ni aquí tras volver.

Pero desde el verano del 2003 volví a empeorar, y la dieta parecía funcionar con altibajos, a rachas. Ese año comencé a experimentar con inmunoterapia, una vacuna de origen animal con la que me trata un médico. El laboratorio Serolab de Suiza (la misma empresa que produce los medicamentos homeopáticos de la marca Boiron) explica en su sitio web en qué consiste este tipo de terapia, que tiene como objetivo volver a regular nuestro sistema inmunitario. No es exactamente el mismo producto con el que trabaja el médico al que acudo, pero la documentación de Serolab sirve para conocer la base teórica. En el verano del 2004 tuve otra crisis, volví a necesitar bastón para caminar e incluso tuve que echar mano a pequeñas dosis de cortisona, que tanto me había costado abandonar en 2001.

Sin embargo, en el otoño del 2004 volvió a iniciarse una lenta e imparable mejora de mi estado.

Desde el otoño del 2004 he complementado mi dieta con dos cosas. Por un lado, estaba el tratamiento de inmunoterapia citado, complementado con algunos productos homeopáticos, y que teóricamente deben mostrar sus frutos a medio-largo plazo.

En segundo lugar, volví a experimentar con apiterapia. Comencé a tomar própolis de abeja, y al cabo de dos meses mi consumo de medicamentos químicos se había reducido mucho: en dos meses pasé de necesitar 150 mg de Indometacina y 0,25 mg de cortisona a disminuir esas dosis a 75 mg de Indometacina y nada de cortisona. Comenzó una mejora constante de mi estado. A los pocos meses dejé de necesitar la ayuda del bastón. Y en verano del 2005 he llegado a controlar mis dolores y rigideces con 25 mg de Indometacina. El análisis de sangre realizado a principios de septiembre me dió como resultado que mi VGS era de 27 y la PCR de 8. Eso sí, persisten las secuelas producidas por la Espondilitis durante estos años: algunas vértebras fusionadas, una rodilla muy dañada, bastantes articulaciones endurecidas y limitadas...

En el apartado Própolis de abejas explico como usar este producto que para mí ha resultado maravilloso. Probablemente pronto comenzaré a experimentar otra vez con veneno de abejas, con ánimo de completar el camino que me queda por recorrer en el control de la enfermedad, así como para intentar mejorar en lo posible las secuelas de la Espondilitis. Si termino haciendo la prueba, informaré de los resultados que obtenga.

Y ahora, al cabo de cuatro años de pelear basándome en la Dieta Sin Almidón, ¿qué podría decir yo a una persona a quien recién hayan diagnosticado una Espondilitis? En dos palabras: que tu enfermedad reside en tu intestino. Para empezar, comienza a practicar la dieta en su vertiente más estricta (ni almidón ni lácteos), y a medida que experimentes una mejoría podrás flexibilizar el régimen. Y a la vez que la dieta, toma própolis de abeja como medida complementaria.

(Setiembre de 2005)

Situación en septiembre 2007

Continúo en la línea de mejoría iniciada en septiembre del 2004 al añadir el própolis de abeja a mi dieta. Mi estado físico ha mejorado mucho. Quienes me conocen afirman que han mejorado tanto mi aspecto general como mi forma de andar, he recuperado peso (ya no tengo aquel rostro de inanición y angustia); y aunque se note claramente que soy espondilítico en mis movimientos (sobre todo en los del cuello, pero también en la rigidez general al caminar) hoy en día soy capaz de subir a cualquiera de los montes de Euskal Herria. En cuanto a drogas, me manejo muy bien con el mínimo de 25 mg. de Indometacina al día e incluso la dejo a veces, aunque sé que a la mañana siguiente no me levantaré tan cómodo. Uno de mis objetivos es eliminar completamente el antiinflamatorio.

A finales del 2005 volví al tratamiento de veneno de abeja. Tenía dos opciones a elegir: una, la recomendación del doctor Julio César Díaz que me aconsejaba la vía clásica, más de 16 aguijonazos tres veces por semana; la segunda, la propuesta del doctor Hugo Agirre de picarme en menores cantidades. Siguiendo la propuesta "moderada" de Agirre, durante varios meses recibí las picaduras de 5/6 abejas tres veces por semana. Más tarde, pasé a someterme a la idea de Julio César Díaz y desde noviembre del 2006 me inoculan su veneno 15 o más abejas tres veces por semana.

No puedo asegurar con exactitud en qué medida mi mejoría actual es fruto de la dieta, del própolis y de la apitoxina. Sí puedo afirmar que este "mix" compuesto por los tres me beneficia en gran medida. (Por supuesto, en caso de abandonar alguna de las tres terapias, la dieta sin almidón sería la última que dejase). Sin duda hago responsable a la apitoxina de haber mejorado drásticamente el aspecto de mi rodilla derecha: en una rodilla que estaba siempre hinchada (el médico me explicó que el líquido sinovial derramado de forma crónica termina con el tiempo solidificándose a forma de tela) hoy en día se pueden palpar claramente los huesos y no está ni hinchada ni caliente. Por otra parte, con el mix dieta+própolis+veneno ha mejorado claramente mi flexibilidad, vivo sin dolor alguno, de vez en cuando me permito hacer algún pequeño "pecado" en la dieta y las crisis que me han sobrevenido muy de vez en cuándo ahora duran pocos días y son leves

Continuaré con esta fórmula durante los próximos meses y años. Quiero constatar hasta qué punto pueden mejorar las secuelas que hasta ahora me ha dejado la Espondilitis y qué máximo de mejoría puedo alcanzar.

(Septiembre de 2007)

 

VOLVER ARRIBA